La subrogación de útero es otra alternativa frente a una imposibilidad de llevar adelante un embarazo, para parejas homosexuales o personas que no tienen una pareja. La experiencia fue para nosotros muy linda, más allá de que los resultados no fueron los esperados por nosotros. Aprendimos en el trayecto, y, si me preguntan, es una opción que recomiendo.
Hay que estar preparados, seguros y confiados, elegir tanto la clínica como los abogados que nos den seguridad y confianza. Saber que pueden presentarse dificultades y obstáculos, que a veces se necesitan varios tratamientos y transferencias para lograr el embarazo, y que va a haber otra persona anidando nuestro hijo. En definitiva, con Néstor llegamos por recomendación a una agencia que sabíamos que era chica, y que el trato era más personalizado.
Elegimos hacer el tratamiento médico con un doctor que es argentino, trabaja en un hospital en Miami, donde tienen el centro de fertilidad. Después de tantos procesos, de estudios, hospitales y juzgados, no queríamos un espacio frío y distante para la búsqueda de un hijo. Esa es otra recomendación que te hago: si pensás en este camino, asegurate de estar cómoda con la agencia, porque van a transformarse en un apoyo enorme durante todo el proceso.
La subrogación consiste en una intervención médica mediante la cual un óvulo fecundado por el espermatozoide de una pareja es alojado en el útero de una tercera persona. Para nosotros fue un nuevo camino después de la pérdida de Juan y un nuevo desafío para romper los propios prejuicios. Un día 15 de agosto finalmente viajamos a hacer el tratamiento, y conocimos a la mamá subrogada que con su amor y simpleza nos llegó al corazón: ella y su esposo e hijos. El amor se manifiesta de tantas formas… y más todavía aprendí porque si uno abre el corazón puede empezar a escuchar las historias de otros sin juzgar: el mundo no es blanco o negro, las cosas no son buenas o malas. Si no nos contamos y no nos escuchamos, nos aislamos de algo mucho más grande y maravilloso.