La vuelta a casa

Es un momento esperado y a la vez de mucha incertidumbre. Ahí, ya no están las enfermeras, monitores, médicos, puericultoras, y todo entramado de contención y apoyo que se genera en la neonatología. Además, el cansancio que sentía era abrumador, teníamos a Simón y Franco con nosotros, pero las preocupaciones y miedos a veces me invadían.

Los retos en el camino de las familias de hijos prematuros son muchos, los cuidados especiales, damos lo mejor que podemos en el camino, son tiempos cargados de muchas emociones y de grandes aprendizajes, día a día vamos mejorando la confianza en nuestro rol de papás, y cada vez hacemos todo con más seguridad. Aprendemos a disfrutarlo; tenerlos en casa es una bendición. Todos los vínculos llevan su tiempo y son particulares, nos vamos conociendo y reconociendo día a día en este nuevo rol de papás de hijos prematuros.

Lo único que nos ayudó en su momento fue vivir centrados en cada nuevo día: sabemos que tenemos a nuestros hijos en casa y que fueron grandes guerreros para salir adelante. El tiempo pasa tan rápido y sin darnos cuenta, dejaron de ser tan vulnerables y se hicieron cada vez más y más fuertes. La casa y la familia, con el correr de los días, comienza a tomar otro ritmo, ya más seguros y tranquilos, retomamos hábitos y fuimos organizándonos.

Fue un tiempo y período de adaptación, de acomodarnos, de reajustar nuestras expectativas.

Por otro lado, mi maternidad cobraba nuevos matices. Me había convertido en mamá de 5, después de los 40 años, vivía en estado de vigilancia continua y permanente, con los sentidos nuevamente potenciados.

Cada día, construíamos una nueva hoja de ruta en nuestra historia.

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