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19 Sep Desarraigo: con las raíces a cuestas
Como dice una frase que leí alguna vez: “Nadie es consciente de todo lo que tiene hasta que hay una mudanza”.
A si también mudanza es sinónimo de un nuevo principio, una nueva oportunidad y, a su vez, implica un duelo.
Es una situación que implica pérdidas, despedidas, soltar. Decidimos mudarnos con todas nuestras cosas, nuestros muebles. Llenamos un camión de mudanza, pero lo que es imposible de guardar son recuerdos, momentos, los 22 años vividos en Paraná…
El desarraigo es una palabra con un peso enorme. A veces me pongo a pensar en qué significo para nosotros sacar las raíces y tenerlas a cuestas para poder mudarlas. Néstor y yo nos conocimos en Rosario y nuestros hijos crecieron en Paraná, Entre Ríos. En Paraná teníamos la casa grande que era casi un club, la familia cerca, el campo.
En los últimos dos embarazos, además, estuve instalada en Buenos Aires en reposo absoluto y la familia iba y venía. Los mellizos el primer año tuvieron controles estrictos cada 15 días en Buenos Aires, después una vez al mes. Néstor trabajaba parte del tiempo desde Paraná y parte desde Buenos Aires. Nuestra rutina familiar estaba dividida entre las dos ciudades y, cuando se da la oportunidad de instalarnos todos acá en 2020 por motivos laborales de Néstor, nos encontramos desarraigados y pandémicos.
¿Qué es dejar un lugar que se conoce y se ama por la promesa de un mañana distinto? ¿Cómo se arman las cajas? ¿Qué llevás? ¿Qué archivás?
Las mudanzas están dentro de las situaciones que más estrés generan. Los cambios revolucionan energéticamente y en nuestro caso, irnos todos juntos también implicaba ese sabor agridulce del barrio que se deja, de los amigos, de las actividades para cambiarlas por otras, diferentes. Nuevas costumbres nos esperaban. Por supuesto que la Pandemia no estaba en los planes de nadie y de repente, estar en una casa nueva que se siente extraña y sin poder salir, cuarentena todos juntos, sacudió aún más nuestros proyectos, planes, ilusiones..
¿Qué es apropiarse de un lugar hasta poder sentirlo tuyo? ¿Cuánto tiempo consumimos ordenando, decorando? Una nueva casa, con nuevos olores, con nuevos ruidos, con nuevos colores… ¿Cuánto tiempo pasa hasta que la sentimos propia?
Aprender a soltar apegos, las cosas que no necesitamos (en algunos casos no recordábamos que teníamos guardadas, pero son recuerdos de momentos que quedaron atrás y al volver a ver o recordar nos moviliza). ¿En cuántas cajas quedan esas tardes en la pileta, los recuerdos de los cumpleaños, el horno que parecía una fábrica de bizcochuelos?
A veces pienso que la cuarentena nos obligó a hacer una pausa y repensar. Qué importante no sentir que tenemos que estar en permanente movimiento para crear algo significativo o para hacer algo significativo. Dejar de correr en la rueda como hámster. Por otro lado, todas las dinámicas cambiaron: las computadoras no eran suficientes, el wifi de vital importancia, los amigos que estaban lejos estaban a una videollamada de distancia, al igual que alguien que estuviera a una cuadra. Yair empezando la facultad, Mateo y Benja en la secundaria, los mellis en jardín y toda una nueva rutina en un departamento que empezaba a convertirse en un hogar, todos juntos intentando hacerlo nuestro.
¿Cuánto pasamos y cuánto dejamos atrás? Estas huellas que vamos transitando y sanando, pero vamos viendo hoy restos, secuelas, heridas de la pandemia. No contactarnos con nuestros seres queridos, juntadas con adolescentes, no poder compartir una charla y mate con nuestros seres queridos.
Las caras se van descubriendo bajo los barbijos… pero también quedaron marcas.
Nos mudamos y por momentos parece que la otra casa fuera todo luz y esta tuviera algunas sombras más. Nos mudamos y encontramos otra manera de buscar herramientas para crecer y aprender juntos. Aprendimos de la pausa y de volver a la acción. Ahora, aprender a transitar en esa acción, porque las raíces no eran la casa de Paraná, o es este departamento en Buenos Aires: las raíces son nuestra propia familia.
¿Tuviste experiencias mudándote con tu familia? ¿Cómo lo vivieron? ¿Cuáles fueron tus desafíos más importantes?
Aprendiendo a vivir más libres, donde nuestro mayor aprendizaje es que el amor siempre es nuestro principal motor.
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