Caminos de mamá

Llegar a Plasmar y concretar mi sueño de Caminos de mamá fue un largo recorrido. Empezó en el 93 con Milagros, siguió en el 95 cuando lo conocí a Néstor sin saber que dos años después nos íbamos a reencontrar para no separarnos más.

No es fácil cuando las cosas se salen del automático, cuando no llegan como uno espera, cuando pasamos por mucho dolor y sentimos que el camino se vuelve difícil, que es más pesado de lo que podemos llevar. Nadie sabe el camino del otro, sin embargo, muchas veces opinamos, prejuzgamos sin saber…. Falta Mirarnos a los ojos, empatizar, sentir.

Mi camino fue largo y quise bajar los brazos muchas veces. Lloré, me enojé y me hundí…Me fortalecí, cuestioné, seguí adelante, junté fuerza y recobré energía. Cambié el rumbo y volví a empezar. Busqué respuestas, soluciones, fallé, me equivoqué, tropecé más veces de las que hubiera querido. Miré hacia adelante, prioricé mi familia, mis hijos. Ahí estaba para mí mi mundo: Ellos, el ruido de la casa, esa una melodía única a veces difícil de sintonizar. Esa misma música que mueve el cuerpo y alma, que me hace subir hasta la colina más alta y atravesar las peores tormentas.

Que cobra una sintonía única y me hace brillar. Ellos: Mis soles, mis estrellas del más allá. Ojalá puedan sentir, ver, lo maravilloso que es para mí cada uno de ellos, que muchas veces dudé estar a su altura y ser la mamá que ellos merecen tener.

Cuántas desveladas y angustias atravesamos las mamás. Queremos sembrar el campo más fuerte y maravilloso para que ellos, cuando elijan, tengan su propia cosecha. Dejarlos volar, emprender su viaje, que no es el nuestro, No como nosotros queremos que sea. El que ellos decidan, O puedan. Seguimos caminando, aprendiendo, creciendo. Sigo saliendo del automático: por ellos y por mi. Como una vez me dijeron: Algún día nos encontraremos todos.

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