Los bebés arco iris son los bebés que nacen tras la pérdida de un hijo, es decir, después de una muerte gestacional o perinatal y con esto traen luz a la vida no solo de los padres, sino hermanos y toda la familia. Como vienen al mundo después de un duelo, generalmente son embarazos vividos con miedo y ansiedad, e iluminan la vida nuevamente. Así como cuando vemos el brillo del arco iris en el cielo después de una tormenta, así es sentido por quienes lo transitan.

No quiero que se confunda con pensar que un dolor es reemplazado por otro hijo, sino que es un nuevo brillo, una nueva vida que llega a nuestras vidas, nos reconcilia nuevamente con la maternidad, con nuestro cuerpo, con volver a gestar. Como todas las cosas de nuestra vida, el aprendizaje que conlleva tanto dolor solo sana con amor. Nos agranda el corazón e ilumina, nos enseña a ver las dos caras de la vida, la luz y la oscuridad, el dolor y la alegría, aprendemos, nos transformamos y es la luz tras la oscuridad, esperanza y vida después de una gran tristeza y dolor.

Es volver a ilusionarte, a conectarte con tu bebé que va creciendo dentro tuyo, sentir sus latidos en los controles, sus primeras patadas en nuestra panza, ver transformar nuevamente nuestro cuerpo, aferrarte con todas tus fuerzas a esta nueva oportunidad que te da la vida.

El arco iris es cuando pasa la tormenta: ¿Cuántas tormentas enfrentamos y sobrevivimos? ¿Cuántas volvemos a encarar? Pasa la tormenta, el agua se llevó mucho y ahora queda volver a encontrarse con el sol, con los colores. Para nuestra familia fue reconectarse con tener bebés en la casa, yo volver a aprender a caminar después de tantos meses de reposo, volver a estar en casa, a no dormir. Las edades desparejas de los chicos y lo que cada uno necesita de nosotros.

El arco iris es brillo, color. Es paz y perdonar todo lo que pasó para disfrutar esto que pasa ahora.